El Instituto de Industrias de Reciclaje de Chatarra (ISRI) celebró la convención más multitudinaria de su historia en Tennessee, Estados Unidos, entre el 17 y el 20 de abril pasados.
Cómo recuperar materiales más puros, transportarlos más eficientemente y ahorrar energía fueron los principales ítems de debate, tres guiños muy importantes para el medioambiente que tan castigado resulta por la industria pesada.
Desde su creación, el ISRI ha enfatizado en la importancia del comercio global de metales reciclados, dándole especial atención al material recuperado del desguace de automóviles y su potencial utilización en nuevos productos.
Según diferentes análisis, cerca del 74% de un automóvil promedio está compuesto por metales y que el 95% de un coche puede ser reciclado y reutilizado, evitando así la extracción de nuevas materias primas y permitiendo un ahorro significativo de energía.
Para tener una idea más acabada, de 100 mil vehículos que van a desguace:
- Se obtiene una cantidad de acero que permite un ahorro de energía suficiente para abastecer a 246 mil hogares durante un mes.
- De aluminio se ahorra energía para 196 mil hogares.
- Se recuperan cerca de 595 toneladas de cobre, lo que se traduce en un 65% menos de emisiones de CO2 con respecto al que se emitiría si se extrae el metal directamente de las minas.
Los nuevos estándares de calidad que China, uno de los mayores compradores de metales a nivel mundial, exige para el tratamiento de la chatarra reciclada fueron tema de debate en varias de las reuniones del encuentro ISRI 2023.
Los procesadores interesados en venderle material al gigante asiático expresaron su preocupación por el aumento en sus costos debido a los nuevos umbrales de pureza.
Sin embargo, el secretario general adjunto de la Asociación de la Industria de Metales No Ferrosos chino, Zhang Lin, aseguró que la demanda de su país por la materia prima de los recicladores se mantiene fuerte y que el sector de reciclaje de metales no ferrosos crece más del 5% al año en China.
“China espera profundizar su cooperación con países de todo el mundo”, agregó Lin.
Otra de las cuestiones sobre las que se puso especial atención en los debates y conferencias celebrados en Tennessee, fue la capacidad mundial para transportar los materiales obtenidos del reciclaje. El escenario actual todavía muestra las consecuencias que dejó la pandemia del COVID-19.
Si normalmente se hacían cerca de 8 viajes de barcos de contenedores al año entre Asia y EE. UU., entre 2020 y 2021, los buques solo movieron uno o dos envíos debido a demoras, escasez de contenedores y otras complicaciones.
Vale decir que los productores de material reciclado se vieron en una posición particularmente difícil, ya que con una alta demanda de espacio en los buques, los transportistas priorizaron los alimentos o los productos de mayor valor, dejando a los recicladores esperando para mover sus cargas.
Esto obligó al sector a replantearse formas más eficientes de mover sus productos y por eso se expuso un informe con detalles exhaustivos sobre el estado de los buques en tránsito, la información sobre la carga en diferentes puertos y las propuestas para realizar mejoras.
El documento y sus recomendaciones estarán abiertos para comentarios públicos en el futuro porque la apuesta es al debate colectivo, global y heterogéneo por el bien no sólo de la industria de reciclaje, sino también del planeta y todos los que vivimos en él.